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Historia de la Casa Familiar que Alberga el Restaurante Chino Más Trendy de Belgrano

Historia de la Casa Familiar que Alberga el Restaurante Chino Más Trendy de Belgrano
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La historia detrás de la casa familiar donde funciona el restaurante chino más trendy de Belgrano

LA COCINERA KARINA GAO CUENTA CÓMO FUE LA TRANSFORMACIÓN DE UNA CASA DE FAMILIA EN UN LUGAR DONDE HOY SE PUEDEN SENTAR 90 COMENSALES A LA VEZ

23 de agosto de 2025

09:03

La historia de la casa familiar que Karina Gao convirtió en su primer local gastronómico

En la cocina que antes perfumaba los domingos con tuco casero, ahora se emplatan recetas para 90 personas por servicio. Y bajo las vigas de madera originales, en un techo que alguna vez escuchó historias familiares, hoy se oye el murmullo de grupos de amigos, parejas y turistas.

Eso es Gāo, el restaurante que la cocinera Karina Gao inauguró en abril de 2025 en Bajo Belgrano, en lo que durante décadas fue una vivienda particular. El local de 200 m² combina la estructura y el alma hogareña con la dinámica y la exigencia de un negocio gastronómico.

“Cuando lo vi, me costaba imaginar cómo una casa podía convertirse en un local. Pero me gusta cuando un lugar tiene historia, se nota cuando fue vivido con amor”, cuenta la cocinera. La historia le llegó de primera mano: tras publicar un video de la obra, recibió un mensaje de la hija de la dueña anterior. “Me dijo que no podía creer que ahí estuviera por abrir mi restaurante. Me mandó fotos de su hijo jugando en el patio. Hasta las puertas del placar tenían frases escritas por ella de adolescente”, señala.

DEL LIVING A UN SALÓN PARA 90 CUBIERTOS

En sus palabras, Karina siempre “coqueteó” con el mundo gastronómico: tuvo un pequeño restaurante en el microcentro y luego un delivery de comida congelada, pero Gāo es el primero de esta envergadura.

El resultado fue un restaurante con capacidad para 90 cubiertos distribuidos en dos plantas, donde conviven detalles instagrameables —un león de neón, un panel educativo en chino— con las vigas de madera y el techo inclinado que recuerdan que allí vivió una familia.

Sin embargo, la estructura de una casa no se piensa con la misma cabeza que diseña un lugar donde concurrirá mucha gente al mismo tiempo. “Un obstáculo en el camino fue el sonido: cuando llenamos el restaurante había mucho eco, entonces tuvimos que hacer reformas y agregar aislantes sonoros”, detalla sobre los aspectos que salen a la luz generalmente después de las aperturas.

Aún quedan señales de la casa original, por ejemplo, los techos altos inclinados en el piso superior.

EL LUGAR DE ZONA NORTE QUE PROMETE UN BOOM INMOBILIARIO Y ESTRENA UN PASEO COMERCIAL A CIELO ABIERTO

En lo operativo, Gao aplicó todo lo aprendido en su formación en Economía Empresarial y su Máster en Management con especialización en emprendedurismo: “No es solo cocinar, es manejar equipos, recursos y la experiencia del cliente. El diferencial está en enfocarlo como un negocio”. Aprendió también que el diseño debe pensarse en términos prácticos: “Al principio el sonido tenía mucho eco y hubo que poner aislantes; nos dimos cuenta de que estaba apretado abajo y reconfiguramos mesas. Hay cosas que solo descubrís con el restaurante en marcha”.

UNA BÚSQUEDA QUE SE RESOLVIÓ EN TIEMPO RÉCORD

Gao y sus socios comenzaron a buscar local en julio de 2023, teniendo en cuenta que encontrar la ubicación ideal para un restaurante no es nada fácil. La expectativa era tomarse seis meses, pero en menos de dos meses firmaron contrato. “La situación fue un poco mágica, como amor a primera vista”, dice Gao.

La ubicación resultó perfecta: sobre la calle Sucre, casualmente a metros de la oficina que Karina tiene desde hacía dos años. El alquiler se pactó por un mínimo de cinco años y, desde el inicio, el objetivo fue claro: conservar lo más posible de la estructura original para mantener la sensación de hogar.

La obra demandó una inversión de US$300.000 y siete meses de trabajo. Pero ese presupuesto, recomienda, no debería gastarse todo antes de la apertura. “No gastamos todo en la remodelación inicial porque sabíamos que, al habitar el lugar, iban a aparecer ajustes. Y así fue: se volaron toldos con una tormenta, hubo filtraciones, tuvimos que repintar paredes claras que la gente tocaba y quedaban marcadas. Es clave reservar un margen para lo que surja con el uso”, explica Gao.

UNA CASA QUE SIGUE SIENDO CASA

Pese a la transformación, Gao mantiene en su propuesta esa vibra íntima que conecta con su historia personal: “El rojo es Chino, el celeste es Argentina y el azul es Francia, que es mi otra raíz. Esas tres culturas conviven en mi familia y acá también”.

Hoy, las reservas se deben hacer con antelación para asegurarse un lugar para comer donde antes lo hacía una sola familia. “Entrar y verlo lleno, con gente disfrutando, es una sensación hermosa. Lo siento como mi casa, pero ahora la comparto con cientos de personas todos los días”, dice la cocinera, que ya piensa en seguir perfeccionando el modelo antes de soñar con una segunda apertura.

Fuente: Mercedes Soriano

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